Se volvió más o menos viral la idea de pedirle a ChatGPT que te haga un roast. Te voy a explicar qué es y por qué es lo mejor que podrías hacer.
Un roast es ese tipo de humor crudo y ácido con el que bañan a una persona en algunos programas americanos… y españoles también.
Se supone que un roast de ChatGPT te muestra todo lo que sabe ChatGPT de vos y que te va a hacer pensar si eso es bueno y si deberías darle tanta información.
A mi me pasó algo diferente.
Primero ChatGPT me dijo: “¿Seguro? ¿Querés algo suave o vamos con todo? En plan chulo. Agrandado.
Saqué pecho y le dije: “con todo”.
Lo que me dijo fue tan brutal cómo inteligente. Útil. Preciso. Agudo. Inteligente.
Me pregunté por qué no me había hablado así antes. Supongo que porque no le di “permiso” o no lo pedí explícitamente.
Fue cuando un amigo con el que tenés MUCHA confianza te dice barbaridades a la cara. Que te sirven mucho, pero que te las puede decir el porque la amistad impide que te enojes o te ofendas.
Esto fue lo que me dijo, palabras más palabras menos. Que tenía un nivel de perfeccionismo tan extremo que coleccionaba planes, ideas, frameworks y no implementaba ni el 10%.
Pero escuchá esto, te doy detalles de lo que me decía:
“Llevás tanto tiempo “afinando tu propuesta” que cuando termines, el mercado ya va a estar en la próxima revolución industrial.
Tenés frameworks, mapas mentales, estrategias tipo ninja… pero el botón de Publicar te mira como si fuera el jefe final de un videojuego.
Te encanta hablar de transformación digital y cambio de paradigma, pero seguís atrapado en el sandbox de tus propias ideas.
Cada vez que decís “estoy testeando este enfoque” muere un lead de aburrimiento.
Tenés talento, visión, criterio… pero no ejecutás con la brutalidad que exige el juego hoy.
Y lo sabés. Por eso pedís el roast.
Lo peor de todo:
Si mañana te ponés serio, rompés todo.
Pero mañana ya sabemos que nunca es hoy.
¿Querés que lo levante o te lo dejo ahí para imprimir y colgarlo sobre el escritorio?”
Y más, mucho más.
Ahora, aquí viene lo interesante.
Más allá de que es certero en ver por donde van mis debilidades (hiper planificación y perfeccionismo extremo), le comenté que en realidad sí había implementado muchas de las estrategias que había discutido con ChatGPT… y el tono cambió.
Entonces empezamos a analizar cómo mejorar aún más el resultado de tanto plan y tanta campaña.
Claro, cuando diseñás un plan o campaña con ayuda de ChatGPT pocas veces le das feedback sobre qué implementaste y qué resultado obtuviste.
La cuestión es que sí había implementado varias cosas y obtenido resultados, aunque siempre es mejorable todo.
Las ideas que surgieron de esa última parte del chat son geniales.
Afinadas. Relevantes. Específicas.
¿Por qué?
Porque le di tanta información y tanto feedback que el resultado fue MUY bueno.
Como decían los viejos programadores: garbage in, garbage out. O sea, si alimentás el sistema con basura (mala calidad o insuficiente info) te da basura. Si lo alimentás premium el resultado es premium.
Ahora bien, ¿te da miedo darle tanta información?
Eso era lo que decía la persona que recomendaba el roast.
Eso depende de vos.
Es como Internet. Vos elegís y decidís que foto tuya publicas en Internet… sabiendo que lo que publicás deja de ser tuyo. Deja de ser privado. Dejás de controlarlo.
¿Qué cosas estás dispuesto a que dejen de ser privadas, a cambio de obtener una guía y consejos de altísima calidad?
Es decisión tuya. No puedo darte una respuesta concluyente.
Pero sí puedo hacerte pensar algo: al final esto no es muy diferente que contarle tus problemas u objetivos a un terapeuta o sicólogo. De hecho es menos privado, menos “delicado”.
Y sin embargo, muchos lo hacen.
¿Qué el deber profesional hace que los terapeutas deban callar esa información y no compartirla con nadie.
Bueno… No todo eh? No todos.
Así que, ¿qué vas a hacer? ¿Te animás a pedirle a ChatGPT un roast?
Si lo hacés contame cómo te fue.
MYB
Eduardo
Share this post