Por qué dejé todo para irme a una isla (versión actualizada)
Esto que te voy a contar es personal. Muy personal.
Pero te lo quiero compartir porque sé que le puede servir a mucha gente. A vos también.
Es un artículo viejo. De cinco años atrás.
Escribí este artículo en noviembre del 2020, sin empleo después de haber renunciado al último en plena crisis del COVID.
Había quedado anclado en Mallorca mientras tenía que dirigir una empresa en Varsovia.
Estaba sin empleo pero, para variar, muy ilusionado con una nueva etapa que imaginaba con el patológico optimismo que me caracteriza.
Quería probar, otra vez, algo que se me había negado varias veces en el pasado: vivir trabajando por mi cuenta, trabajando con clientes de muchos países desde una isla bonita.
Pero no subiéndome a un avión cada 15 días. Eso ya lo había probado.
Esto era playa y trabajo remoto.
Como de costumbre la cosa fue mucho más difícil de lo que me había imaginado. Siempre me pasa.
Y hubo muchos momentos en que casi tiro la toalla, lo confieso. De hecho, quise hacerlo. Sólo que la vida no me dejó. Y porque la vida no me dejó rendirme, tuve que persistir.
Y al final lo logré.
Estas cosas que escribo y grabo en MYB son una vocación vieja que tengo. Un sueño muy postergado de vivir de una forma particular y de ayudar a otras personas a hacer lo mismo.
Ya sabés cuál es esa forma.
Este es el momento en el que ese sueño, ese patológico optimismo que tuve siempre, al final se probó cierto.
Al final me salió.
Te dejo este artículo viejo, esta foto de hace cinco años no para presentarme como un gurú. Todo lo contrario. Te lo dejo para recordarte (y recordarme) que la perseverancia paga.
Incluso para un tipo como yo, incluso en la mitad de la cincuentena.
Ojala te sirva.
La disconformidad y la búsqueda de la felicidad
Anthony Bourdain, el cocinero-vuelto-celebridad de la tele (y tristemente fallecido no hace mucho), tenía una especie de test que les aplicaba a sus amigos y conocidos. “Si un día un camión de helados perdiera el control y te atropellara al cruzar la calle, mientras agonizas en el pavimento, ¿de qué te arrepentirías?”
Según Bourdain la mayoría de la gente diría: “me arrepiento de no haberme tomado las cosas con más calma y haber disfrutado más”. Pero aclaraba que él no tendría nunca esa especie de remordimientos. Había aprovechado cada oportunidad de divertirse y tener una aventura. Demasiadas.
Si me aplicara a mi mismo ese test, creo que no podría responder lo mismo. No he tenido una vida tan acelerada. No he vivido la vida loca en la Nueva York de los setenta y los ochenta ni conozco los alucinógenos o la cocaína. No soy ciudadano de la capital del mundo ni puedo presumir de haber pasado sin escalas de la educación de élite de la costa este americana a las entrañas del mundo de la gastronomía y de ahí al estrellato como chef de TV. Tony si.
Sin embargo, si algo diré debajo de las ruedas de ese hipotético camión, es que sí tuve mi cuota de aventuras. Al menos de lo que la mayoría de las personas dirían que han sido decisiones poco convencionales (a veces sorprendentes) y a todas luces guiadas por la búsqueda de… algo.
¿Qué es ese algo? La mayoría de la gente que me conoce nunca lo supo o no lo entendió y, para ser sincero, creo que yo tampoco lo entendí totalmente durante mucho tiempo. Actuaba por instinto.
Por ejemplo, en Marzo de 2015 tomé un avión con destino a una isla que no había visto nunca y donde no conocía a nadie. Me acompañaban mi esposa y mis tres hijos y mi intención era comenzar una nueva vida en ese lugar.
Esta es una pregunta que me han hecho cientos o miles de veces. ¿Por qué? ¿Para qué?
¿Qué tenía de extraño esto? Bueno, básicamente yo vivía en Argentina, en un verde y tranquilo suburbio de la ciudad en la que había nacido. Era conocido en el ambiente empresarial, relativamente exitoso y tenía un trabajo en el que ganaba muy bien y era muy valorado. Mis hijos eran felices.
Ya había vivido, por distintos motivos, en otras ciudades. En Quito, de muy pequeño, porque me llevaron mis padres. En Buenos Aires, porque quise probarme que podía trabajar en los mejores lugares. En Brighton porque quise ir para estudiar. Pero nunca había hecho algo de esta manera. Ahora no había motivos aparentes.
Entonces, ¿por qué?
Al principio me costaba contestar. No es que no supiese por qué, sino que no sabía decirlo con claridad. Yo mismo no lo había clarificado totalmente.
La semilla de esa disconformidad (la que me impulsó a viajar), se había gestado hacía mucho tiempo, claro. Estaba cargada de miles de cosas que pasaban en mi país, pero también de deseos, de intenciones de volar, de vivir en otro lugar y de cambiar de estilo de vida.
Sí, el hecho de que mi esposa sufriera dos asaltos en tres años y viviera asustada, obviamente influyó. Y el rumbo enloquecido de la política local también influyó.
Pero la verdad es que probablemente nos hubiésemos ido igual. Igual hubiésemos recalado en el Mediterráneo o en EEUU o en Australia o en cualquier otro lugar del mundo.
¿Por qué? Quizás porque, al menos en mi caso, la capacidad de vivir en otro lugar (en cualquier otro lugar), es la mejor definición de la libertad. ¿Qué es ser libre? “Vivir en donde quieras”, podría ser una definición. Parcial, obvio, pero no estaría tan mal.
Así fue que a comienzos de 2015 partimos hacia Mallorca, una isla preciosa en el Mediterráneo de la que sólo teníamos fotos y videos en YouTube y que hoy es nuestro hogar.
The Pursuit of Happiness.
Esa frase en inglés es conocida como el título de una película de 2006, protagonizada por Will Smith y basada en la vida de Chris Gardner, un hombre que luchó contra la pobreza hasta conseguir el éxito en el mundo financiero.
La traducción al español literal sería “la búsqueda de la felicidad” y hace referencia en realidad a una frase de la constitución norteamericana. Es uno de los tres derechos naturales que tienen las personas: a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es interesante que el título no hable del dinero (a fin de cuentas es una historia de éxito financiero), sino de felicidad. Ese es el “algo” que estamos todos buscando, todo el tiempo. Son las dos caras de la misma moneda: libertad y felicidad.
Cuando uno va buscando y siguiendo (intuitivamente, a veces), el camino más adecuado para encontrar esa libertad y felicidad, con frecuencia las decisiones pueden ser vistas, desde afuera, como erráticas, inconvenientes o francamente incomprensibles.
En el momento no se entiende. Pero si uno mira hacia atrás y “une los puntos”, como decía Steve Jobs, todo el camino que recorriste cobra sentido.
Durante estos más de cinco años en Mallorca estuve haciendo lo que sabía que se podía hacer: vivir en el lugar que más te gusta, casi siempre trabajando para empresas de otros países.
Siempre supe que había llegado el momento en que las personas podemos elegir con más libertad donde vivir y desde donde trabajar. Lo sabía y lo enseñaba.
Ahora bien, saber que algo es posible en teoría, es bueno. Pero poder experimentarlo en tu propia vida, es todavía mejor.
No soy el primero, obviamente no seré el último y ni siquiera he sido el mejor en esto. En usar lo que nos ofrece la tecnología para poder elegir más libremente donde vivir. Pero recorrí una parte del camino que creo que va a ser la elección de millones de personas.
Este es un momento en el que esas ansias de libertad, de vivir en ciertos lugares, de trabajar en cosas que nos gustan más, cuentan con más opciones para realizarlas. Es un florecimiento humano como no hubo en siglos.
Estar en medio de esta tendencia, surfeando la ola, por decirlo así, es una de las cosas que más me gustan. Y creo que muchas personas también buscan algo similar.
Todos sabemos que 2020 fue un año de quiebre, un antes y un después. Pero creo que a partir de 2021 vamos a ver cambios como no nos habíamos imaginado. En este campo especialmente.
Por eso decidí compartir con más cercanía, en tiempo real, mis experiencias en esta aventura.
Mi proyecto (familiar y profesional), sigue en curso y sigue cambiando. De hecho estoy comenzando otra etapa, justo ahora (aunque sin mudarme ;-)).
No he “llegado” a ningún lugar ni creo que llegue nunca.
La vida es todo viaje, por suerte.
MYB
Eduardo